Era una hermosa mañana, una de esas cálidas mañanas, llenas de perfumes, como sólo las conocen los que habitan bajo el sol de la costa oaxaqueña. La primera luz de la Aurora flotaba por encima de las tinieblas que no bastaba a disipar ese hermoso sol dorado. Todo reposaba en calma. Sólo se oía el paso de un hombre que caminaba con dificultad por el camino que es de puerto ángel y dirige a pochutla, y el rumor cadencioso del viento, sepultandose sonoro entre el follaje. El hombre seguía avanzando lentamente agobiado por el peso de una ancla que a manera de cruz gravitaba sobres sus hombros. Al llegar a una pequeña altura se detuvo para tomar aliento pretendiendo depositar al ancla en tierra; pero en ese instante se balanceó y cayo herido como un rayo. ¡Estaba muerto! El enorme peso del ancla le había roto una arteria del corazón, produciéndole una muerte instantánea. El días anterior , la tempestad batió sus alas y se arrojó impetuosa a recorrer la vasta extensión de los mares. Un buque se halló por casualidad juguete de vientos de 7 de las olas. La pobre nave maltrecha se refugió en la bahía de Puerto Ángel. Su ancla estaba rota y era necesario componerla. Ninguno de los playeros se comprometía a llevarla a Pochutla para su reparación. Sólo uno de ellos se resolvió a cargarla,tarea demasiado fuerte y hasta cierto punto imposible, en virtud de que el peso era superior a sus fuerzas y tenía que morir, como murió, víctima de su arrojo al conducirla a Pochutla y en el sitio que dejamos dicho. Sus deudos recogieron su cadáver y le dieron sepultura a lesbias tica en el lugar del accidente para que el tiempo no borrará el recuerdo de este suceso, y como era costumbre entre cristianos . Colocaron una cruz grabada en una piedra a un lado del camino. Desde entonces el vulgo comenzó a llamar. A este sitio "El Anclero". Eran los momentos en que la noche, recogiendo sus estrellas como el avaro su tesoro, huye y se desvanece. El momento en que las campañas del templo de Pochutla tocaban al alba, anunciando a los vecinos que aquel día era la fiesta del Santo Patrón de la población. Si existe un sonido que vaya en derechita al corazón, que llene al alma de santa alegría y baño los ojos de suaves lágrimas de gratitud, es el sonido de las campañas "Mensajeros del culto a las nubes y a los vientos" . Santos y puros sonidos que esparce por el airé la campaña, esa voz del templo, y que pajan
sobre la tierra como notas o acordes sueltos del Hossana que entonan los ángeles del cieloa su Dios. Con estas impresiones Mateo Piña salía aquella madrugada de su pueblo Pochutla que, como playero, tenía que trabajar en Puerto Ángel, iba cantando con pura y clara voz los siguientes versos dedicados a su novia a quien con el fuego de la primera ilusión:
sobre la tierra como notas o acordes sueltos del Hossana que entonan los ángeles del cieloa su Dios. Con estas impresiones Mateo Piña salía aquella madrugada de su pueblo Pochutla que, como playero, tenía que trabajar en Puerto Ángel, iba cantando con pura y clara voz los siguientes versos dedicados a su novia a quien con el fuego de la primera ilusión:
"Vale más lo Moreno de mi morena que toda la blancura de la azucena. Ausente estoy de tu vista, pero no del pensamiento, con los ojitos del alma, te veo a cada momento".
Así caminaba Mateo cantando y pensando en su prometida. En esos momentos llegaba al lugar de "El Anclero", y ya oía el ruido que producen las olas al estrellarse en los peñascos de la playa. Un hombre de insolente y duro aspecto, se fue acercando a pasos precipitados y cuando estuvo al alcance de la voz, dijo con toda la insolencia de la osadía y el despotismo de la violencia:
-¡¡¡Alto!!!, exclamo en el mismo momento en que del monte vecino salió un hombre que parecía una alma que se lleva el diablo.
Lo repentino del suceso no dio tiempo a Mateo de reflexionar el campo antes de exponer su vida ante tan temible antagonista. Cediendo a un espontáneo brote de valor, fijo en el hombre la serena mirada de sus grandes ojos negros y prosiguió pausadamente su camino.
- ¿No me has oído?, dijo áspera dame te el provocador, agarrando al inofensivo y desarmado joven por un brazo.
-Vamos, repuso Mateo, desprendiendo se del brutal apretón de su inesperado adversario, ¿por qué me provocas? ¿Qué te he hecho?
-¡Atrás!, grito el desalmado, y si no, defiéndete, y le apunto con la escopeta.
Mateo, ligero y ágil, se echo sobre su provocadora, le cogió la escopeta con la rapidez del rayo y el tiro se disparó all airé. Todo esto fue hecho antes que pensado. Salió Ziga que así se llamaba el provocador y que odiaba a Mateo, porque no era correspondido por la joven que amaba a este y quien estaba próximo a casarse, se quedó suspenso y atónito de sorpresa y de rabia.
Los músculos contraídos de su rostro se dilataron; sus miradas parecieron retroceder hacia dentro, como un aspid en la tierra; sus brazos cayeron inertes sus costados... Aquel objeto se había interpuesto entre el y su víctima, rompiendo su machete era. . . ¡Una piedra que tenía grabada una cruz! Las hojas secas caídas de los árboles la tenían oculta.
-¡Con que así te burlas de mi!, murmuro, desenvainando sin machete costeño, ¡Prepárate a morir y encomienda tu alma a Dios!
Diciendo esto se precipito sobre Mateo, este se defendió con prudencia y denuedo, tratando de parar los golpes pero siempre retrocediendo y perdiendo terreno, salió del camino y enredandose sus pies con un bejuco,meo infeliz perdió el equilibrio y cayo de espaldas. Entonces su implacable antagonista, viendo a su indefensa víctima que no podía ya hacer resistencia, levanto el arma homicida y descargó el terrible golpe. Un objeto duro paro el ímpetude su brazo y detuvo su acción, haciendo saltar el machete en dos pedazos. Julio fijo sus feroces y sangrientas miradas lleno de rabia en este objeto y...¡No pudo apartarlas de el!.Los músculos contraídos de su rostro se dilataron; sus miradas parecieron retroceder hacia dentro, como un aspid en la tierra; sus brazos cayeron inertes sus costados... Aquel objeto se había interpuesto entre el y su víctima, rompiendo su machete era. . . ¡Una piedra que tenía grabada una cruz! Las hojas secas caídas de los árboles la tenían oculta.
-Da gracias a Dios, dijo el asesino por que esa arma que te ha defendido.
Después de pronunciar estas palabras, se alejó precipitadamente de ese lugar y desapareció en el monte vecino.
¡La Cruz del Anclero había salvado una vida!